lunes, 24 de enero de 2011

Ventana sin vistas.


La ventana por la que cientos de veces te he mirado y miles he hablado de ti ha terminado por cerrarse.
Mi gato ya no se cuela en tu salón a través de ella y el olor de tu café y tostadas ya no me hace compañía mientras yo desayuno.
No quiero saber dónde te has ido porque de lo contario acabaría persiguiéndote.
Descendería hasta el mismísimo infierno para volver a oler cada uno de los mechones de tu pelo; cada uno de los mechones de tu pelo que en su día fueron mi heroína y que hoy me veo obligada a contrarrestar su efecto con metadona aliñada a base de faldas y carmín.

lunes, 17 de enero de 2011

Estúpido privilegio.

Observo cada uno de tus movimientos escondido tras esta taza de café con leche.
"Bendita sea la felicidad del ignorante y maldita la tristeza del que tiene el privilegio de ver". Con total parsimonia arranco una de las servilletas de papel y escribo dicha frase en ella.
Él entra por la puerta de la cafetería acompañado de una oleada de aire frío y con la bufanda que le regalaste hace un par de semanas; todo perfecto si omitimos el hecho de que tras su eco una rubia con demasiado maquillaje y pocos escrúpulos custodia cada uno de sus pasos.
En ese preciso instante clavas tu mirada en el cenicero que inútilmente permanece en la mesa del bar. Silencio. Tan solo tienes oídos para escuchar la nana que cada noche la soledad canta para ti.
Su mirada no me miente, muchacho de preciosa bufanda, le rompiste el corazón y ya de paso mitad pulmón izquierdo.

Persistente es mi ansia de complicarme la vida, que hace que las lágrimas de aquella chica se tornen mías.