sábado, 3 de septiembre de 2011

Gloria.

Mirarla resultaba demasiado fácil para mis ojos.
Quizás porque apenas la conocía me resultaba tan tentadora la idea de imaginarme su vida.
Me temblaba el alma cada vez que la veía saludar al portero de nuestro bloque.
Como un chiquillo que aguarda nervioso la nieve de Diciembre, así esperaba yo la sombra de Gloria.
Me era imposible sostenerle la mirada, y mira que lo intenté veces, pero ese aire soberbio y a la vez encantador a mi me atemorizaba, esa mirada que me retaba a entablar conversación con ella aún a sabiendas de que su figura quedaría tatuada en mis pupilas permanentemente.