viernes, 9 de marzo de 2012

Tarareó aquella vieja canción

Su escuálida y blanca mano sujetaba una botella de Jack Daniel´s por el cuello.
Se sentó, dejó la botella en mi carísima mesa de mármol y cuidadosamente se quitó los zapatos de tacón.
Me miraba sonriendo y le temblaban las manos. Pegó un trago. A morro le gustaba más.
De entre sus bragas sacó una bolsa que no debería de pesar más de dos gramos.
Nunca dos gramos le habían pesado tanto a una persona.

Le tendí, como siempre, mi carnet de la biblioteca. Ella lamió los bordes mientras su pie desnudo buscaba a mi entrepierna.
No más nervioso que excitado me levanté y salí al balcón a fumar.
Cinco minutos después noté su pecho en mi espalda, su respiración en mi nuca. Tarareó aquella vieja canción y se apoyó sobre la barandilla.

Estaba preciosa. Increíblemente colocada, sí. Pero preciosa.

viernes, 17 de febrero de 2012

Esto no se para.

El suelo estaba frío, entró al cuarto de baño con la intención de afeitarse y vio dos cepillos de dientes. Golpeó con rabia los azulejos de la pared y se quedó inmóvil. Inerte. Inactivo. Indoliente.
Empezó a masturbarse pensando en ella.

Unos kilómetros mas hacia el sur Ana también entraba en el baño, frunció el ceño al recordar dónde estaba su cepillo de dientes, pero sonrió al mirar hacia la cama. David estaba dormido.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Gloria.

Mirarla resultaba demasiado fácil para mis ojos.
Quizás porque apenas la conocía me resultaba tan tentadora la idea de imaginarme su vida.
Me temblaba el alma cada vez que la veía saludar al portero de nuestro bloque.
Como un chiquillo que aguarda nervioso la nieve de Diciembre, así esperaba yo la sombra de Gloria.
Me era imposible sostenerle la mirada, y mira que lo intenté veces, pero ese aire soberbio y a la vez encantador a mi me atemorizaba, esa mirada que me retaba a entablar conversación con ella aún a sabiendas de que su figura quedaría tatuada en mis pupilas permanentemente.

martes, 26 de julio de 2011

Una, que se da el capricho de volver

Frena a mis manos pero desabróchame las ganas.
Priva mi paladar de tu sabor y deleita a mis oídos con el cascabel que aguarda entre tus pulmones.
Hazme vapor entre tu cuerpo y este viejo colchón.

martes, 22 de marzo de 2011

Una prometedora oferta de trabajo.

Suena el despertador del móvil, Valse d'amelie de Yann Tiersen, concretamente.
Svetlana despierta y se estira en la cama. Las 8: 30 de la mañana.
El olor que proviene de la planta baja penetra fuertemente en su nariz, seguramente su madre esté abajo preparando unas tostadas con café, decide quedarse un rato mas sobre el colchón
Viktoria , su hermana pequeña de 4 años entra en la habitación con paso sigiloso, entre sus labios, una melodía en su lengua natal lucha por no desafinar.
Ardua tarea tratándose de una boca desdentada. Desiste en el quinto intento, mejor pasar al plan B, a su hermana siempre le gusta que le abracen en la cama.
Y así es, las hermanas se funden en un abrazo. ¿Qué tendrá ese duende de ojos verdes y blanca melena para transmitir tanta paz? se pregunta Svetlana.

8: 30 de la mañana. El puño de Oleg impacta fuertemente sobre una muchacha que todavía no sobrepasa la mayoría de edad.
-En la tripa no! En la tripa no.. aúlla la garganta de Svetlana.
No hay nanas en ruso ni olor a café.
En este apartamento lo único que huele es el orgullo de otras tantas chicas como Svetlana, obligadas a explotar su cuerpo a cambio de un par de sucios billetes de 50 euros.

lunes, 28 de febrero de 2011

Atacar por la espalda

Puede sonar a topicazo barato, pero aquel día las manecillas del reloj multiplicaron su velocidad por 1.000.
Pobres de nosotras.. nos tocó el reloj más chantajista de la cuidad.
Pobre de mí ..por abusar del amor durante unas horas me veo obligada a cumplir con las cláusulas de su contrato.
Poco o nada piadoso es Cronos a la hora de azotar con su látigo y atacar por la espalda con cada tic-tac, ahora convertido, en las sílabas de tu nombre taladrando mi cabeza a cada segundo.

lunes, 24 de enero de 2011

Ventana sin vistas.


La ventana por la que cientos de veces te he mirado y miles he hablado de ti ha terminado por cerrarse.
Mi gato ya no se cuela en tu salón a través de ella y el olor de tu café y tostadas ya no me hace compañía mientras yo desayuno.
No quiero saber dónde te has ido porque de lo contario acabaría persiguiéndote.
Descendería hasta el mismísimo infierno para volver a oler cada uno de los mechones de tu pelo; cada uno de los mechones de tu pelo que en su día fueron mi heroína y que hoy me veo obligada a contrarrestar su efecto con metadona aliñada a base de faldas y carmín.