Con L de lerda.

Un sonido de lo más irritante me desveló de mi placentero sueño, que últimamente se estaba repitiendo demasiado.

Decidí omitirlo, no estaba dispuesta a que nadie me jodiera mi pequeño capricho de quedarme los domingos por la mañana en la cama.

Al parecer, la persona que estaba detrás de la puerta se estaba muriendo por momentos, eso o.. que los extraterrestres la estaban atacando.

Tras un par de frases que no favorecían ni a dios ni a las putas me levanté y me puse algo de ropa.

Abrí la puerta y...¿Quién estaba detrás?. Detrás de ese marco de madera estaba mi vecina.

Llevaba puesto un vestido blanco de tirantes, un lacio cabello se dejaba caer sobre sus hombros y un pasador con forma de margarita sujetaba su flequillo. Sonrió el verme, pero yo creo que se estaba riendo de mi, una camiseta de Ron Barceló de la talla XXL y unas zapatillas con cabeza de osos no eran un atuendo de lo más formal que digamos..

-¿Tienes azúcar?.

-No, ¿y tú?.

Se quedo ojiplatica, arqueó una ceja y se fue.

Joder!. Menuda la había hecho!. Me puse tan nerviosa que no supe reaccionar de otra manera ..No, ¿y tú?. .No, ¿y tú?. .No, ¿y tú?. Aquella frase retumbaba en mi cabeza, y cada vez resultaba más patética.

La primera vez que lograba mediar palabra con ella y la aprovechaba de esta manera. No hay nada como ser un novel e inexperto enamorado.